Bostezo (año 2, nº 6). Dossier «Psicogeografía y derivados»

BOSTEZO: Revista de arte y pensamiento (Año 2, nº 6). Dossier «Psicogeografía y derivados». Valencia: Asociación Cultural Bostezo (2011). ISSN 1889-0717

El término «psicogeografía» fue acuñado por Guy Debord en el seno de la Internacional Situacionista (I.S.), considerada en algunos cenáculos artísticos como la última vanguardia del siglo XX. La psicogeografía –explicaba Debord– supondría el estudio de los efectos y las formas del ambiente geográfico en las emociones y el comportamiento de las personas. Posteriormente añadiría que el concepto guardaba una amable vaguedad y reconocía las dificultades de la praxis situacionista.

La práctica de la psicogeografía se ejerce principalmente a través de las derivas, paseos sin rumbo –llámenlo deambular o vagar o errar– con los que se pretende recoger las experiencias y los cambios ambientales que pueden ocurrir durante improvisados recorridos por las ciudades. Los situacionistas abogaban por perderse como forma de dejarse sorprender –e influir– por los distintos acontecimientos surgidos durante sus derivas. Era su forma de analizar el urbanismo y el espacio público de una manera transgresora, explorarlos desde sus lados ocultos, diagonales o aparentemente intrascendentes. La mayoría de las veces sus conclusiones quedaban en las barras de los bares; en las menos, anotadas en enrevesados malitas más estéticos que concluyentes. La ciudad situacionista de Constant –una urbe a escala planetaria móvil y nómada, apoyada sobre ruedas que permitieran su continuo desplazamiento_ puede ser considerada la representación emblemática de su propuesta.

Cuando se cumplen cuarenta años de la disolución de la Internacional Situacionista, la psicogeografía y sus subyacentes derivas se enfrentan a un replanteamiento obligado por la aparición de los GPS, el Google Maps y los dispositivos móviles, que hacen que el acto de perderse tenga un riesgo añadido: que te tomen por imbécil. Sus postulados –de ingenuas aspiraciones subversivas– han sido asimilados en su forma más light y complaciente por museos, galerías, artistas y proyectos financiados por entidades bancarias. Debord y sus compinches acabaron absorbidos por el mismo sistema espectacular que denunciaron en sus textos más corrosivos.

Este número contiene los siguientes artículos:

La catedral y el aeropuerto, por SANTIAGO ALBA RICO

Midway, el plástico y los albatros, por MANUEL MAQUEDA

Esta casa es una ruina, por DILDO DE CONGOST

Manzanas podridas en puertos hanseáticos de poniente, por HÉCTOR ARNAU

Psicogeografías del futuro, por JORGE CARRIÓN

Decir la calle y no callar, por DAVID PÉREZ

Casas vacías, gente a la calle, por PROYECTO áSILO (JOSÉ MILARA)

Se llama pasear, Guy, por KIKO AMAT

Geografías del morbo, por PEPE MIRALLES

Una patria a su gusto, por CARLOS JIMEN

Psicogeoqué?, por PAU RAUSELL

La conspiración de los tecno-paseantes, por NACHO MORENO

Los no-lugares: el nuevo ecosistema, por RAÚL MINCHINELA

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